San José, esposo de Nuestra Señora, Padre en la obediencia, este fue el tema del Momento de Oración con los Misioneros Laicos de Nuestra Señora de los Dolores que tuvo lugar ayer, 10 de agosto.
En este Mes de las Vocaciones, y especialmente en la Semana Nacional de la Familia, los grupos del LMNSD, se reunieron una vez más para rezar por las vocaciones y se recordó a San José en su trayectoria de padre bondadoso y atento con María y Jesús.
Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos.
Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20). CARTA APOSTÓLICA DEL PAPA FRANCISCO PATRIS CORDE.
Que nuestras familias crezcan en la humildad, el celo y la alegría, características sobresalientes de la vida de San José.