La Iglesia en Brasil, con la Fiesta de Cristo Rey del Universo, abre el III Año Vocacional que se celebrará del 20 de noviembre de 2022 al 26 de noviembre de 2023. Inspirado en el documento final del Sínodo de los obispos sobre «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» el tema del Año vocacional es «Vocación: Gracia y Misión» y el lema «Corazones ardientes, pies en camino» (cf. Lc 24, 32-33).
Este tema «Vocación: Gracia y Misión» nos afirma que la vocación es un don de la gracia, donde el Señor llama y envía a los que él quiere. Nos hace entender que Jesucristo es el origen, el centro y la meta de toda vocación. El lema «Corazones ardientes, pies en camino» (cf. Lc 24, 32-33) habla del corazón y de los pies. Recuerda a los discípulos de Emaús. El corazón que arde al escuchar la Palabra del Resucitado y los pies que se ponen en camino para anunciar el encuentro con Cristo.
En el «sí» de la respuesta vocacional a Dios no está presente la certeza, sino la confianza en la llamada del Padre; en el ponerse en camino para servir, como hizo María de Nazaret, la humilde sierva del Señor.
Es de gran sabiduría reflexionar sobre esta reflexión de que nuestro camino vocacional no se construye sobre certezas, sino sobre la confianza. Podemos recordar el camino vocacional de María, que se dejó conducir por el Señor en una entrega de total confianza. Ella no sabía que aquel primer «SÍ» la llevaría al pie de la cruz. Un Sí que fue exigiendo de ella y exige de cada uno nosotros, otros «Sins». Padre Adroaldo, sj nos dice en su artículo que todo «SÍ» es atrevido, arriesgado y aventurero. Cuando balbuceamos un Sí, éste es resonancia del «Sí» primero de Dios a nuestra vida.
Al iniciar este nuevo Año vocacional, recuerdo también la historia vocacional de nuestra querida fundadora Madre María de Jesús. Su divisa de vida, «Corazón de fuego, Voluntad de hierro», encuentra eco en el lema propuesto: «Corazones ardientes, pies en camino». Madre María de Jesús al decir Sí a las llamadas divinas, emprendió un largo camino de fe, de adhesión y entrega a la voluntad de Dios. Ella no sabía adónde llevaría ese camino, pero sabía en quién había depositado su confianza. Y en el camino de su Sí, muchos otros Sins fueron siendo pedidos y su coraje crecía a medida que se entregaba a la Voluntad de aquel que la llamaba insistentemente. Como los discípulos de Emaús, que experimentaron el corazón arder en fuego y ya no podían más detenerse en el miedo, en la desesperanza, también la madre María de Jesús prosiguió confiada, corazón inflamado que no le permitía retroceder.
Que este Año Vocacional sea para nosotros, una fuerte motivación para reafirmar nuestro primer Sí, volver al primer amor, dejar que nuestro corazón arda en la confianza total en Aquel que es la meta de nuestra jornada, la razón primera de nuestra entrega e ir al encuentro de aquellos a quienes el Señor nos envía.
Por Hermana Maria Adelma Ferreira