¡Seré Misionera!

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¡Seré Misionera!

El Señor llama en todo tiempo y lugar,

Aprovechando todo para tocar el corazón.

Y para atraer la atención de Sarah

¡Se sirvió de su don ejemplar!

 

Las Hermanas de San José querían solemnizar el fin de año,

Una representación teatral, pensaron, para cerrar el año.

Pero la alumna que iba a actuar en la obra cayó enferma.

¡Sarah se ofreció a hacer el papel!

 

La improvisada intérprete provocó el frenesí del público.

El espectáculo termina con mil aplausos.

Y Sarah, sola en su habitación, se puso a pensar:

¿Qué desearía, qué elegiría?

 

¿Los aplausos, el ruido del mundo,

o toda la vida para entregar?

¿Querría conseguir algo que no pasara con la vida?

Serena y confiada, Sarah se puso a rezar.

 

Entre un silencio y otro, se puso a pensar:

Ah, si pudiera dar ruedas al mundo,

¡Y llevarlo al pie del altar!

¡Dejaría todo para que lo divino lo encontrara!

 

Encontró una respuesta: Debo ser misionera,

Reavivar la sed y el celo por la vida al sacrificio.

El problema está resuelto: ¡Cristo ha vencido!

¡Toda mi juventud ofreceré al divino Maestro!