Maria Miguel do Sagrado Coração de Jesus. Este es el nombre que recibió la querida Madre. Es imposible hablar de esta misionera sin referirse a su prima, hermana de misión, la Madre María de Jesús, fundadora de la Congregación para las Religiosas Misioneras de Nossa Senhora das Dores. Las dos vivieron en profundidad la llamada misional. En la Madre Miguel, la fidelidad es una de sus características de identidad en la vida misionera. La espiritualidad profunda es una de sus expresiones de identidad en la vida espiritual. La amistad es una de sus señas de identidad en la vida fraterna.
La Madre María Miguel fue un soplo de esperanza para la fundación de su Familia Religiosa. Dejando atrás a la querida Francia, vivió en profundidad la misión que se le había confiado. Superó cada dificultad, cada desafío, poniendo toda su confianza en el Maestro que la llamó y caminó a su lado.
A sus ojos, la habilidad especial de ver a los más simples, más vulnerables, más sensibles a la cruda realidad de la vida. Los niños fueron amados. Las personas discapacitadas fueron empoderadas. Su propia historia de vida inspiró a otras personas a tener el coraje de asumir sus vidas y luchar por sus sueños y autonomía.
En su silencio y profundidad, marcó profundamente la fundación y el crecimiento de la Congregación.
Una analogía para entender a la Madre Miguel, en esta época en la que se celebran los 60 años de su Pascua, puede ser el simbolismo de las aguas. Aquí en la región norte del país, las aguas son parte de la vida y de los ciclos que marcan la vida cotidiana de las personas.
Si la Madre María de Jesús es un río aparente y fluyente que conduce a la fertilidad donde quiera que fluya, la Madre Miguel es el agua subterránea que, incluso en su escondite, sostiene y hace posible la longevidad del río. Madre Miguel trajo a perpetuidad la vida de la Congregación. En los momentos más difíciles de la historia, en el silencio orante ante Cristo en la Eucaristía, creyó en el Proyecto de Dios para la Misión.
A menudo, escuchamos que "el bien no hace ruido". La Madre Miguel fue y sigue siendo, para tanta
gente, ese Bien silencioso, pero fecundo y fértil. Que estos 60 años de tu Pascua sean una oportunidad para
reconocer, en tu profundo amor, la posibilidad que todos tienen de ser fértiles y de dar frutos también.
Hermana Telma Lage, RMNSD