“Cristo es nuestra paz: de lo dividido hizo una unidad” (Efesios 2: 14a)
En una verdadera ciranda, contemplamos diferentes rostros y celebramos el don de la vida, en torno a Cristo, que es el Pan compartido y nuestra Paz, porque de lo dividido hizo la unidad. Nos comprometemos, por tanto, en esta Cuaresma y en nuestra vida, con la fraternidad y el diálogo como compromisos de amor.
Como comunidades de fe, vida y misión, en esta V Campaña de Fraternidad Ecuménica, nos atrevemos a pensar, evaluar e identificar formas de superar las polarizaciones y la violencia a través del diálogo amoroso, siendo testigos de la unidad en la diversidad. Por lo tanto, como profetas y profetisas de comunión y esperanza, caminamos juntos y juntos: Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil, Iglesia Presbiteriana Unida de Brasil, Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Episcopal Anglicana de Brasil, Iglesia Ortodoxa Siriana de Antioquía (Siria). Alianza de Bautistas de Brasil, Iglesia Betesda y Centro Ecuménico de Servicios de Educación Popular.
En el camino nos detuvimos a contemplar a los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), impactados por la muerte violenta de Jesús de Nazaret, confundidos, de rostro oscuro, desorientados e incapaces de interpretar la realidad. También contemplamos nuestros hechos más recientes, que nos exige, apertura y diálogo ante la pandemia Covid-19, que aún hoy, abre una serie de violencia estructural y un gobierno negacionista y genocida en nuestro país. Cuántas vidas han sido destruidas por la pandemia, sus determinantes y consecuencias sociales, económicas y políticas. Por eso, hablamos de sindicalismo (sinergia + pandemia), que inmoviliza, genera incertidumbre, inseguridades, miedos e impotencia. ¿Y cómo nos sentimos en medio de estas situaciones?
Se hace necesario hacer la experiencia de los discípulos en Emaús, acercándose, caminando juntos, pidiendo, escuchando, iluminando con la Palabra de Dios, entrando en la casa, bendiciendo y compartiendo el pan, sabiendo desaparecer cuando sea necesario. Necesitamos vidas misioneras y proféticas, que con testimonio denuncien la necropolítica – política de la muerte y anuncien la Mejor Política (Encíclica Fratelli Tutti sobre Fraternidad y Amistad Social, cap. V). Es urgente abrir los ojos y reconocer a Cristo en el compartir del pan, dejar que nuestro corazón arda para emprender una misión, como «puentes» que unen y generan vida, y no como «muros» que separan y destruyen.
La Carta a los Efesios nos presenta caminos para superar la división a través de la unidad, siendo Cristo nuestro mayor referente. Quien promueve la paz como don del Resucitado se llama hijo de Dios. La paz nos lleva a superar los conflictos y a amar a todos. Pero, ¿vivimos realmente la paz de Cristo? ¿Cómo viven nuestras comunidades, pastorales, movimientos religiosos y congregaciones? ¿Aceptan o excluyen? ¿Diálogo o cierre?
Estamos llamados y llamados a buscar puntos de contacto entre nosotros, con los diferentes. Nuestra misión es evangelizar en diálogo, con una nueva humanidad como horizonte. El bautismo requiere buenas prácticas, como las del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas: promover el diálogo ecuménico, la convivencia inter religiosa, la superación de la violencia religiosa y la violencia contra la mujer y el cuidado de la casa común. Todo ello, con sencillez, humildad, amor solidario, espíritu de familia, valentía profética y docilidad de corazón.
Finalmente, existe una necesidad urgente de fortalecer nuestra opción por el Reino de la Vida, en un gran esfuerzo mancomunado, desde la base, participando en la recogida solidaria como parte integral de esta campaña, por la Vacunación contra Covid-19 y por la defensa y promoción intransigente de los derechos en un contexto de pérdidas y genocidio, haciendo realidad la revolución del corazón, de nuestras comunidades y de la sociedad. Seamos, por tanto, como nos recuerda el evangelio de los discípulos de Emaús, hermanos y hermanas, alrededor de la mesa y en el compartir del pan.
Hermano Danilo Correia Bezerra, FMS es el Coordinador de Pastorales Sociales y el Comité REPAM de la Diócesis de Roraima.