Estamos viviendo un tiempo de muchos desafíos, de dolores y de necesidad de distanciamiento social, que nunca habíamos experimentado antes. Por otro lado, tenemos la oportunidad de vivir la solidaridad, la escucha, la profunda intimidad y confianza en el Dios de la Vida. El verbo a ser conjugado es Esperanzar. Esperanzar es una esperanza activa, que nos mueve. En este tempo de aislamiento, es una esperanza que nos acerca de las personas. Es la posibilidad de salir de nosotras mismas y ver lo invisible. El empobrecido invisible, la persona anciana invisible, el emigrante invisible, que vive de economía informal invisible. Muchas veces, estas personas pueden estar muy próximas de nosotras, y nosotras podemos ser la mirada que las tira de la invisibilidad. Es esto lo que nos ha llevado al encuentro de los invisibles y conjugar el verbo esperanzar en sus vidas.
Es llegar con alimento, con material de higiene y limpieza, con una revista de dibujos, con un pequeño juguete, con un oído atento y con una mirada de Dios sobre sus dolores. “Yo oí, yo vi la aflicción de mi pueblo, y oí sus clamores… Sí, yo conozco sus sufrimientos. Ve, yo te envío”. ¡Y así vamos siendo puentes entre quien puede ofrecer y quien necesita recibir!
Por la Hna. Telma Lage – RMNSD, 2 de septiembre de 2020.