«Sabemos que Cristo resucitado ya no muere; la muerte ya no tiene poder sobre él». Rom 6:9
Celebrando la Pascua del Señor, somos renovados por su Espíritu. Al abrazar la cruz con Cristo crucificado dejemos que nos renueve y transforme nuestro dolor en amor y en su luz nos levantemos a una nueva vida. Que resuene el anuncio que cambió la historia de la humanidad: «Jesús, el crucificado, ha resucitado, como había dicho. ¡Aleluya!
Que la fuerza del Resucitado sostenga nuestro camino en la lucha en defensa de la vida, con una Fe viva y una Esperanza comprometida. Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a superar los obstáculos que impiden que la vida se desarrolle en plenitud.
Que la luz del Resucitado sea fuente de renacimiento para nuestros hermanos y hermanas en situación de fragilidad y vulnerabilidad, migrantes y refugiados que huyen de la guerra y la miseria.
Que Jesús resucitado sea también la esperanza para los «jóvenes crucificados» en los diferentes contextos en los que se ven obligados a vivir una vida de penuria y sufrimiento.
Que el Señor Resucitado sea la esperanza para todos los que aún sufren las secuelas y consecuencias de la pandemia del covid 19. Que el Señor les dé fuerza y consuelo.
El misterio pascual de la Resurrección del Señor nos trae la certeza del anuncio de una esperanza que no defrauda: «¡Jesús, el Crucificado, ha resucitado!»
¡Santa y Feliz Pascua, para ti mi hermana, (o)!
Con la certeza de la luz del Resucitado en tu vida, recibe mi abrazo amistoso,
Valdeci Alcantara de Oliveira
Superiora General de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Dolores
