La Iglesia Católica de todo el mundo está viviendo un momento muy rico con el Sínodo de los Obispos. Un tiempo de kairos, de compromiso, de diálogo, de caminar juntos, de inclusión, de escuchar a toda la población, a todo el Pueblo de Dios. Este es un tiempo de conversión, de crecimiento. Sínodo para una Iglesia en salida, de comunión, de participación, de misión, de peregrinos, de solidaridad, de fraternidad.
El tema de este año nos lleva a soñar, con una Iglesia Sinodal, misionera, acogedora, Pueblo de Dios que camina unido, de esperanza. Estamos en el inicio de un proceso, de preparación para la gran celebración del Sínodo en 2023. El Papa Francisco nos invita a hacer de este tiempo un momento de mucha oración, de meditación de la Palabra en la liturgia, de conexión con Dios, de escucha del Espíritu Santo y de discernimiento.
Al crear la oportunidad de escuchar y dialogar a nivel local, parroquial y diocesano, el Papa Francisco está llamando a la Iglesia a redescubrir su naturaleza profundamente sinodal. Este redescubrimiento de las raíces sinodales de la Iglesia, nos invitará a ser humildes, a aprender de todos los pueblos y culturas, a aprender del otro en su diversidad.
Hablar de Sínodo es hablar de algo esencial para nuestra fe, de una actitud de escucha, de oír el Espíritu de Dios, de conversión, de crecimiento, de renacimiento en la perspectiva comunitaria.
La sinodalidad es mucho más que celebrar asambleas diocesanas y parroquiales y reuniones de obispos. Es la comunión en el caminar juntos, en la participación activa en la misión y el modo de ser de la Iglesia. En esta preparación es necesario entender la sinodalidad como una forma, un estilo en la estructura de la Iglesia en el ámbito de la escucha.
Según el Padre Manoel Godoy, para participar en el proceso de escucha de forma amplia y fructífera, es importante que haya un proceso de formación sistemática, profundizada y analizada para los laicos. Sin esta formación, la sinodalidad se ve comprometida. Para ello, es necesario que en los espacios de nuestra actividad misionera exista una cultura sinodal, una actitud abierta, acogedora e inclusiva hacia los nuevos miembros. Es una invitación a caminar juntos, a realizar juntos. En el proceso de sinodalidad es necesario ir a escuchar a los que están fuera de la Iglesia, o que estaban en la Iglesia y la han dejado. Es necesario escuchar otras realidades, otras culturas, otros pueblos, otros movimientos. Que la Iglesia sepa dejar que el Espíritu Santo lleve a cabo este proceso en su interior, cuya finalidad es dar la oportunidad a todo el Pueblo de Dios de discernir juntos cómo avanzar en el camino de ser una Iglesia más sinodal a largo plazo.
Ocho pasos importantes para desarrollar una cultura sinodal, como forma, estilo y estructura:
1- Tenemos que recordar la forma en que el Espíritu ha guiado el proceso, el camino de la Iglesia y cómo hoy estamos generando el proceso. Respetar la memoria histórica de la Iglesia;
2- Señalar un camino de la Iglesia participativa e inclusiva. Hay muchas personas en los márgenes de la Iglesia que necesitan ser escuchadas, para contribuir a la construcción del Pueblo de Dios;
3- Reconocer y apreciar los dones que el Espíritu nos da con sus diferentes carismas en los procesos tanto en la Iglesia como en la sociedad;
4- Experimentar formas participativas en el anuncio del Evangelio y en la acción de todos los bautizados, personas capaces en el compromiso de construir un mundo más humano y fraterno;
5- La Iglesia es mucho más que estructuras y democracia. Es la diaconía, la servidumbre;
6 – Acreditar nuestra contribución efectiva para que haya una sociedad más justa, fraternal, fraterna, igualitaria, humana, inclusiva, participativa, en definitiva, para que haya amistad social;
7- Regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas y entre otros grupos de la sociedad, incluyendo otras confesiones religiosas, organizaciones y movimientos populares;
8- Favorecer la valoración y apropiación de las experiencias sinodales a nivel universal, regional, nacional y local, para que se conviertan en una práctica ordinaria.
Por Hna. Lucia Carvalho, RMNSD
Fuente: Documento preparatorio del Sínodo 2021-2023; Vade Mecum