El Verbo es Dios, uno y trino, AMOR gratuito, fuente de comunión de las tres Personas divinas, que hace alianza con su pueblo y sostiene su esperanza en medio de muchas pruebas. La unidad es del Espíritu, él quiere hacernos a todos «uno en Cristo Jesús» y esta unidad se realiza con nuestra cooperación.
Las huellas del Verbo están ahí esparcidas por todo el mundo, en las acciones cotidianas de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, capaz de entrar en diálogo con el creador y, por medio del Espíritu, vivir la comunión con los demás.
Como miembros de un cuerpo que vive en total armonía, tenemos la responsabilidad, a través de la vivencia del Evangelio, de llevar la armonía, el equilibrio, la salud y las buenas relaciones al seno de la Iglesia, para que se produzca el cambio en el mundo, pues todo está interconectado.
«La gracia que nos viene de Dios Padre y de Jesucristo, que nos ha hecho personas libres, nos basta, no necesitamos nada más» (cf. Ga 1,3)
¡Fuerza en la debilidad! ¡Comunión en el Amor y la esperanza alimentada por la fe!
Por la Hna. Marlene Silva